
Patagonia
Dos meses de expedición, enero y febrero, parece mucho tiempo, pero la realidad es que cuando estás ante la grandiosidad de la naturaleza, éste pasa demasiado rápido.
“Algunas personas hacen montaña… otras, Somos Montaña”
Mi vida cambió de la mano de mis dos hermanos Pablo y José Mª el día que abrieron para mí su mundo, el de las montañas.
Desde pequeña veía como ellos cargaban sus mochilas y marchaban, lo que para mí era “a la aventura” pues no era muy consciente de adónde iban, ni para qué llevaban tantos hierros; de lo que sí era consciente era de la felicidad que irradiaban cuando entraban por la puerta de casa.
Y mi día también llegó. Mi bautizo fue siendo yo una adolescente inquieta y como casi todas, con muchos pájaros en la cabeza… Pablo preparó todo, su macuto y el mío, me subió a su curioso coche de colores y me llevó por unas carreteras que no conocía, llenas de curvas y a través de paisajes y pueblos llenos de vida, hasta Candelario, perteneciente a la comarca de la Sierra de Béjar, uno de los pueblos más bonitos de Salamanca.
Desde allí caminamos hasta la zona de Hoya Moros donde pernoctaríamos al raso con nuestros sacos de dormir y me estrenaría en la escalada.
Y la magia me envolvió.
Y mi vida cambió.
Ese primer viaje me marcó el camino a seguir y sin yo saberlo se plantaron semillas de grandes valores: compañerismo, confianza, respeto, valor, sacrificio, esfuerzo… y muchísimos más, que germinaron y crecieron cada día más con cada salida a las montañas, siempre con ellos… transmitiéndome todo su saber.
Sus enseñanzas hicieron posible que a pesar del dolor que sentí al perderlos en el corazón del Himalaya, fuese capaz de entender por qué estaban allí, capaz de no odiar a la montaña elegida por ellos para llegar a su cumbre, capaz de no perderme en la tristeza… capaz de seguir la ruta marcada… capaz de amarlas y buscarlas… a ellas, mis montañas… lugar donde nuestras energías vuelven a unirse formando una sola alma.
Dos meses de expedición, enero y febrero, parece mucho tiempo, pero la realidad es que cuando estás ante la grandiosidad de la naturaleza, éste pasa demasiado rápido.
Cuando los proyectos conllevan cumplir sueños imaginados aunque parezcan difíciles de conseguir, es cuando mi alma, cuerpo y corazón comienzan a vibrar para hacerlos realidad.
Este proyecto, este ascenso a mi querido Teide, dejó en mí una huella profunda. Fueron tres meses, casi cuatro, de dedicación plena y de forma altruista, para convivir con unos chicos y unas chicas que día a día nos iban calando en nuestros corazones.
Los montañeros, como guardianes de la Naturaleza, conocedores de cada palmo de nuestra tierra, fuimos nombrados como Embajadores de #YosoyTenerife para seguir trabajando por una Isla Sostenible y comprometida con el Medio Ambiente y el Turismo.
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