¡Imposible! El deporte ha sido el motor, el corazón a lo largo de toda mi vida, sin él no creo que tuviese tantas historias y experiencias que contar.
Mis inicios fueron como mínimo curiosos. Era una niña de 10 años cuando mi hermano Pablo me preguntó: ¿quieres venir conmigo a una competición de atletismo? Y le contesté: ¿qué tengo que hacer? Y su respuesta única fue, correr lo más rápido que puedas.
En la línea de salida de 100 metros lisos junto a otras niñas mayores que yo, se me veía aún más flacucha y pequeña si cabe. Mi vista puesta en Pablo, esperándome en la meta. Y corrí, vaya que si corrí, y tan rápido que parecía volar. Llegué la primera y de repente estaba rodeada por un montón de adultos a los que no conocía de nada preguntándome quién era, a qué equipo pertenecía…. Y yo casi a punto de llorar pensando que había hecho algo malo. Pablo me salvó del grupo y me abrazó riendo como un loco.
Ese día comienza mi aventura en el mundo del deporte, en el cual sigo y seguiré mientras mi cuerpo y mi mente aguanten.
El atletismo se convirtió en mi primer deporte, fui velocista, aunque a decir verdad, mi entrenador me apuntaba a casi todas las pruebas ya que no había muchas niñas en el equipo. Guardo un recuerdo muy entrañable de aquellos años de entrenamiento y competiciones, siempre al lado de mi querido hermano Pablo.